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El Transfuguismo Político en México


Oportet haeresses esse

El transfuguismo: ¿Traición o Adaptación?

En la tradición judeocristiana se conoce una primigenia traición en la historia del cosmos: la de Luzbel a Dios. No ha habido una traición tan conocida. La criatura que era la demostración más admirable del genio de su Creador sentía con desagrado ser simplemente una gloria prestada cuyo rol sólo era reflejar la majestad infinita del Dios que le había dado la existencia. Ese impulso generó la sublevación que representa la peor insurrección de todos los tiempos .

Este punto es uno de los más grandes misterios del universo moral descrito en las Escrituras: ¿Cómo fue posible el surgimiento de este impulso de “maldad” en el corazón de un ser creado por Dios? Ante esta pregunta sólo cabe una respuesta parcial, puede reconocerse que el pecado entró en el mundo a continuación de la rebelión de Satanás; pero, el resto, es un enigma. A partir de entonces, la traición es vista como algo negativo, un pecado, la violación de la fidelidad debida, un comportamiento ajeno a la dignidad .

Sin embargo, aunque en la conciencia religiosa de la sociedad el bien y el mal tienen una posición determinante, en la historia, toman lugares extraños; se entremezclan misteriosamente. Es decir, ni el mal ni el bien existen absolutamente; lo malo y lo bueno tienen algo de su contrario. Para comprender lo anterior, y la manera en que sobredetermina la historia, puede observarse la diferencia entre la traición de Pedro y Judas, uno absuelto, el otro arrepentido al punto de quitarse la vida; condenado. Se distingue la traición que no viola las reglas divinas, de la cobardía que las transgrede. Al entregar a Jesús, al enviarlo a la crucifixión, Judas viola el código sagrado, atenta contra el cuerpo de Cristo, rechaza su enseñanza y su doctrina y se coloca así, fuera de la Iglesia, que condena su vileza. La traición de Pedro permite que el Cristianismo adquiera el status que posee hoy en día. Aunque, sin Judas, el martirio de Cristo y la consecuente redención de la especie humana no hubiese sido posible.
Para entender la forma extraña en que actúa la divina providencia , también es útil la experiencia histórica del cristianismo en occidente. Antes de que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial del Imperio Romano, los herejes sólo sufrían castigos menores, pero, una vez equiparada la herejía con la perversión en el siglo II, millones de personas consideradas herejes fueron asesinadas debido a sus creencias .

Sin embargo, a partir de la herejía surgieron la ciencia y la reflexión libre que hoy nos permite comprender mejor el mundo. A partir del surgimiento del protestantismo pudieron entenderse mejor los debates sobre el poder civil, la tolerancia, la libertad, la igualdad y la democracia. El mundo moderno requiere una interpretación heterodoxa de la traición y, a veces, una relativización del bien y el mal.

Es una tarea que oscila entre la fidelidad a los valores últimos –de ahí la acusación de traición respecto a quien toma demasiado en serio la lucha por su realización-, y la exigencia de cambiar el mundo- de ahí la acusación de deserción dirigida a quien se refugia en estériles profesiones de fe-. Traicionar significa elegir la parte equivocada, desertar significa no elegir la correcta; si te pasas al enemigo, traicionas; si abandonas al amigo, desertas. (...) En la tensa, dramática y desgarradora relación entre traición y deserción reside la ambigüedad del problema y la dificultad de la solución.

Las herejías, traiciones y deserciones fueron factores que detonaron cambios profundos en la historia del pensamiento occidental. Un autor cuya extensa obra no pertenece al campo de la filosofía de la historia sino a la economía, también ha pretendido indagar la manera en que actúan estas fuerzas en los diferentes campos sociales: Albert O. Hirschman.
El economista alemán se ocupó del agotamiento de las organizaciones en su famoso libro “Salida, Voz y Lealtad” . Explica Hirschman que existen dos tipos de fuerzas que ayudan a las empresas a darse cuenta, y en consecuencia recuperarse, del deterioro; la salida y la voz.
La salida es una respuesta de tipo económico; ante discrepancias respecto de la calidad de una organización, sus clientes pueden decidir abandonarla, cambiar de proveedor o vender las acciones. Como consecuencia, los gestores, conscientes de la huída, establecerán medidas correctoras. La pertinencia de este mecanismo está relacionada, entre otros, con la existencia de alternativas y con el coste que ha de soportar el individuo que abandona. La salida es la opción más individualista y economicista, consiste simplemente en escapar o desplazarse hacia otras relaciones, otras empresas, otras marcas u otros Estados. La salida se observa normalmente en el mercado cuando los consumidores “salen” de un producto o servicio hacia otro, generando así el proceso de la competencia, La “salida” se refiere al abandono del prójimo, a desvincularse de la relación con otra persona. Para ser gráficos, en el paradigma de la libertad económica, por ejemplo, un consumidor insatisfecho con un oferente utiliza al mercado para defender su bienestar desvinculándose y recurriendo a otros oferentes. En términos generales, la salida indica el paso de una estructura a otra, al cambio en la fidelidad de los participantes.
La voz constituye una respuesta de tipo político, supone expresar disconformidad, hacer uso del servicio de reclamaciones. Desde el punto de vista de las organizaciones, este método es más deseable que el anterior: no sufren la diáspora y, además, reciben consejos gratuitos. La voz es la opción más colectiva y política, es la denuncia, la protesta y la sugerencia que se hace directamente a la institución o entidad que está fallando. la alternativa de la “voz” para emanciparse de tal situación opresiva se realiza por la expresión de opiniones desfavorables hacia tal estado de cosas, por la petición de un cambio de rumbo a los demás involucrados en la relación. La voz implica un modo de actuar dentro de una estructura después de que se ha tomado la decisión de permanecer, se basa en la lealtad, que no corresponde necesariamente a la legitimación. Lo que la voz entraña siempre es la decisión de seguir en el juego, aunque pueden impugnarse las reglas. Los ejemplos se asocian mucho mejor con las instituciones políticas por excelencia (las asambleas, juntas y congresos), pueden abarcar el amplio espectro que va del diálogo a la protesta, pasando por el debate y la discusión. La voz se observa, sobre todo, en el ámbito de la política cuando los individuos manifiestan sus opiniones o votan.
Hay un aspecto paradójico de la relación de salida y voz, que ejerce una influencia importante sobre las preocupaciones de la administración pública normativa respecto a la responsabilidad, la representatividad y la calidad de los procesos organizacionales. Según Hirschman, la voz es el medio por el cual pueden expresarse los intereses más directa e inequívocamente. Es la esencia de la política, en especial de la política democrática.

El problema es que el ejercicio de la voz suele preceder a la salida. Cuando se produce la deserción, salen o traicionan los miembros más poderosos de la organización, haciéndose más difícil la constitución de un actor con “voz” poderosa e influyente. Así, se forma un círculo vicioso donde los sectores menos pudientes quedan entrampados en bienes públicos de decreciente calidad, al tiempo que surge una multiplicidad de opciones estratificadas para los otros consumidores. Es por ello que Hirschman defiende la idea de que bajo ciertas circunstancias, la imposibilidad de salida (el caso de los monopolios estatales) o la salida limitada (se mantiene una parte del bien o servicio bajo régimen monopólico y se abren otras alternativas para otras partes del servicio) será mejor que una alternativa de salida sin trabas o limitaciones.

Entendía también Hirschman que existen clientes leales: los clientes o usuarios de las organizaciones amenazan con ejercer la salida, pero permanecen si las organizaciones corrigen sus errores. La lealtad es un compromiso para permanecer un tiempo con la relación, con el contrato, con la organización, con el mercado o con el Estado, manteniendo la beligerancia en la voz y amenazando con salir si las cosas no mejoran.

Hirschman estudió sistemáticamente la salida, la voz y la lealtad como recursos que tienen los ciudadanos para solucionar las fallas que tienen los contratos, las organizaciones, los mercados y los gobiernos. Los actos de consumo, así como los actos de militancia política, que se llevan a cabo en función de ciertas expectativas, también generan desilusiones e insatisfacciones. Estos términos son utilizados para diferenciar dos tipos de estrategias entre las que una persona puede optar para enfrentar una situación que considera opresiva en sus lazos con los demás.

De acuerdo con las ideas de Hirschman, una sociedad democrática se caracterizaría por tres formas de regulación y/o control social del Estado y de las organizaciones sociales y políticas: la salida, la voz y la lealtad. La salida es el camino más fácil para rechazar una política de Estado como una presión indebida o para negarse a continuar trabajando para una organización; mudándose o desplazándose a otro Estado u organización. La voz es la expresión de la protesta y denuncia encaminada a cambiar y mejorar las características de las organizaciones y del Estado mismo, sin necesidad de la salida. La lealtad es un voto supremo de confianza: la resistencia a no salir y a resolver las diferencias con la organización y/o el Estado son la cúspide del comportamiento leal.
Sin embargo, una voz impositiva y unilateral puede conducir a la destrucción de una sociedad y una salida masiva de la gente a la desintegración. Cuando Hirschman escribe “Tendencias Autosubversivas” critica su teoría a la luz del caso de la República Democrática Alemana en 1989, cuando una serie de movimientos sociales se desarrollaron en rápida sucesión a través de Europa del Este, terminando con el colapso del mundo comunista y del propio país. En su primer trabajo, Hirschman había argumentado que la salida y la voz eran inversamente proporcionales. Pero, cuando examinó el caso de Alemania del Este, tuvo que concluir que tanto la salida como la voz se habían incrementado en tandem , a la misma vez.

En Alemania del Este ejercía una gran atracción la vida de la RFA pues era más libre y democrática que la de aquellas naciones bajo la cortina de hierro, a pesar de que ofreciera una opción de salida sumamente costosa. Aunque el mismo gobierno de Alemania del Este estaba consciente de la salida y la voz, trató, conscientemente, de utilizar la opción de la salida para diezmar la opción de la voz. En la RDA no había instituciones independientes que pudieran apoyar la lucha por la autonomía, como la Iglesia Católica en Polonia, muchos alemanes habían abrazado el comunismo por razones de supervivencia en oposición clara al nazismo. Sin embargo, la perpetua caída de la URSS, generó que la salida y la voz se incrementaran a la misma vez.

La pregunta de si la salida facilita o impide el desarrollo de la voz no tiene tan sólo una respuesta, Hirschman encontró en su último análisis que esta relación queda sometida a las coyunturas del tiempo. La salida impide, pero también puede facilitar el desarrollo de la opción de la voz:

1)el éxodo masivo surgió porque el régimen impidió sistemáticamente el uso de la voz;
2)los que salieron adquieren un aprendizaje que les ayuda a desarrollar la voz;
3)los que salieron se convirtieron en la voz;
4)tanto la salida como la voz se incrementaron a la misma vez.

En estos términos, la salida y la voz, pueden constituir una resistencia civil, interna o externa, que busca construir un espacio para la argumentación que debe garantizar el derecho a la oposición, lo que implica una lealtad con la democracia. Un ejemplo de lo anterior, lo proporciona Guillermo O´Donell al aplicar el esquema hirschmaniano a la descomposición de las dictadura. En la Argentina donde, en aquellos tiempos, en las calles, los lugares de trabajo, y en la cotidianeidad en general, se vivían situaciones de terrorismo, persecución y prepotencia, permitidas y apoyadas desde el Estado, sobrevivieron estructuras de cultura y vida social que bajo una resistencia oculta permitieron la acumulación de un tipo de voz, denominada “oblicua” por el autor y que finalmente contribuyó, desde dentro y desde fuera, al abandono militar del poder.
En esas situaciones, tanto en la Argentina como en Chile y el Uruguay, muchas personas optaron por la salida: se exiliaron, algunas literalmente para salvar su vida; otras, porque no podían soportar el clima existente de miedo e incertidumbre generalizados. Para quienes nos quedamos en estos países, la principal alternativa fue el antónimo de la voz, el silencio, que no se discute dentro de los supuestos contextuales de SVL y CC. El silencio y, como veremos, la “voz oblicua” son, sin embargo, alternativas cruciales cuando la opción de la salida está cerrada y cuando se está sometido al poder represivo.


Aunque en la dictadura se intente ejercer un control absoluto ello resulta imposible y tal acción, tarde o temprano, implica que el grupo dominante realice acciones equívocas que lo llevan a su fin debido al contexto desinformativo y deorganizativo de la lógica autoritaria. Según O´Donell, la dictadura argentina consideraba que sus acciones estaban predestinadas y justificadas hacia el bienestar de su país (acciones semejantes cometía el PRI en México cuando Manuel Bartlett Díaz justificaba los fraudes diciendo que la oposición era conservadora o comunista y, por lo tanto, incapaz de hacer algo bueno por el país, de ahí que robar elecciones fuera un acto “patriótico”). Eran capaces de permitir la salida, fuera de este mundo o de la Argentina, a quienes no estuvieran de acuerdo con su forma de gobernar. Y aceptaban las críticas, aunque sólo las que ellos llamaban constructivas (que se referían a los ámbitos privados del ciudadano y que nada tenían que ver con la política o la ideología), o sea, permitían la voz vertical (la de quien quería hablar con los militares y hacer sugerencias respetuosas bajo los códigos significativos) y prohibían la voz horizontal (entre iguales) por creerla germinal de la rebelión, la disidencia y la traición. Se puede concebir un régimen en extremo represivo que consigue, al menos por un tiempo, eliminar por completo la voz vertical. Pero el gran secreto de la voz horizontal es que ese régimen nunca podrá suprimirla o controlarla por completo. Lo anterior, sin embargo, tiene enormes problemas organizacionales en la lógica hirschmaniana y políticos a decir de O´Donell.

En un estado-nación (así como en muchas organizaciones) la prohibición de la voz horizontal tiene consecuencias cruciales. Primero, esta prohibición determina una severa declinación de la voz vertical. Incluso si un régimen autoritario dejara desobstruidos los canales preexistentes de la voz vertical, la supresión de la voz horizontal implicaría que la información que finalmente llega arriba consiste en forma exclusiva en mensajes individuales y, en cierto sentido, perversamente privatizados. Esto significa que la voz vertical colectiva (que, como vimos, presupone identidades colectivas que a su vez presuponen el uso de la voz horizontal) queda suprimida. Más aún, la prohibición de la voz horizontal significa que aquellos sectores sociales cuyo modo de hacerse oír no puede ser más que colectivo, están condenados al silencio; por consiguiente, a medida que descendemos la escalera de la estratificación social un silencio más profundo se impone. De este modo, las formas de voz vertical que quedan en pie no sólo son reducidas de manera drástica, sino también inherente mente sesgadas (...)

Y la voz horizontal, aunque perseguida y acallada, no deja de resistir mediante una forma oblicua. La que significa que, aunque los temas políticos e ideológicos queden vedados por salubridad del régimen autoritario, siempre habrá una forma de resistir a la manera crozierana, mediante “agujeros del sistema” o espacios que no pueden ser controlados. La asociación de individuos en una dictadura o en un campo de concentración para jugar un deporte, comer, cantar, hablar con su Dios, etcétera., así como el incumplimiento laboral o la informalidad en el vestir, permite desafiar y oponerse al régimen aunque sea mediante subterfugios. Tal vez este análisis de la obra de Hirschman nos ayude a comprender no sólo la relación entre democratización y éxodo sino también entre la formación de la sociedad civil .
El modelo de Hirschman es también muy útil para entender el fenómeno del Transfuguismo Político. La idea de transfuguismo está permanentemente asociada a la de salida y también a la de traición. Se parte de la consideración de que el tránsfuga no es mas que un ejemplo de traidor; un individuo que viola la fidelidad (...) para, con el poder (...) usarlo en beneficio propio. Así, se llama tránsfuga político en sentido peyorativo, a las personas que por cualquier motivo se pasan de un lugar a otro. El concepto de tránsfuga proviene del latín y significa: “Persona que huye de una parte a otra. Persona que pasa de un partido a otro”, según el Diccionario de la Lengua Española, y agrega otras acepciones como: volver, cambiar o mudar casaca y chaquetear .
La idea de que la salida de un individuo de un partido a su contrario implica una traición a una causa, objetivos, programas o personas, está arraigada en el contexto político español contemporáneo, durante el período histórico de España conocido como la “Restauración” , los tránsitos que se efectuaban tenían como puntos de origen y/o destino los partidos liberal-conservador y conservador-liberal, cuyas denominaciones ya demuestran de por sí el carácter de reversibilidad de los mismos, y se repite como acción política una vez que muere el dictador Francisco Franco para permitir que se fortaleciera la representación política y el sistema de partidos que, al igual que la democracia, se encontraban en ciernes. Dicho concepto pues, ha tenido y tiene una significación especial en el caso de la política española. Sin embargo el transfuguismo político español, a diferencia del practicado anteriormente, hoy representa un grave problema que socava los cimientos de su actual sistema democrático.
¿Cuándo el transfuguismo se justifica? ¿Existe una posición ambigua sobre el mismo? ¿Hay un transfuguismo bueno y un transfuguismo malo? Se considera que existe traición en el transfuguismo político, porque al producirse el cambio de partido que a veces pregona lineamientos políticos antagónicos, se actúa con deslealtad a la voluntad popular, al conjunto de ciudadanos que en base a una propuesta y a una conducta aparente del candidato, le otorgaron su voto, su confianza política y poder para dirigir los destinos de la sociedad nacional. Sin embargo, debe señalarse que para otro sector, existe una justificación válida del accionar de los tránsfugas, toda vez que consideran que la traición es un acto fundacional de la política, que complementada con la flexibilidad, adaptabilidad y el antidogmatismo forman parte de los cambios de quienes hacen política.
Se dice entonces con razón que, cambiar de bancada política no es malo. Lo es, sin embargo, cambiar cuando de por medio existe no sólo el interés personal, sino cuando la decisión carece de elementos morales o soportes éticos y más aún cuando se hace con la finalidad de mantener o cambiar las mayorías del gobierno. Es decir, cuando el cambio se inspira en razones subalternas y no como parte del legítimo proceso de evolución del pensamiento propio de los seres humanos .
Esta última perspectiva es quizá la que más se acerca a la noción hirschmaniana del individualismo metodológico, en otras palabras, los tránsfugas estarían guiados e identificados por un pragmatismo, aunado a una férrea defensa de sus derechos individuales, valores fundamentales de una sociedad de libre competencia y mercado político. Desde este punto de vista, el cambio de agrupación política podría interpretarse como un acto racional por el cual se intentaría justificar el alejamiento de la organización a la que pertenece.
Como Hirschman señaló, cuando aquello que una empresa, organización, o partido provee se deteriora, la lealtad de sus miembros se siente amenazada. Entonces ellos pueden expresarse a través de una de dos opciones: pueden elegir la salida o puedan usar su voz. El transfuguismo más que una estafa es el cambio de convicciones políticas. Siguiendo a Hirschmann podemos señalar que la falta de corrientes políticas organizadas al interior de los partidos tiene una incidencia directa y notable en el desarrollo del transfuguismo, en tanto que se cierran los canales a la voz únicamente puede optarse por la salida o la lealtad. Puede entonces considerarse el transfuguismo como mera acción crítica resultante de la evolución ideológica del individuo y por tanto exenta de valoración peyorativa.
Parece acertado entonces considerar al traidor/tránsfuga como un actor racional, que evalúa costes y beneficios y selecciona la opción más racional (maximiza sus beneficios y minimiza sus costes) en su comportamiento, que de todas formas contribuye al establecimiento de una libre competencia política. Es decir, aunque el tránsfuga se asemeje en primera instancia a un sujeto egoísta, en realidad su pragmatismo contribuye a la defensa de los derechos individuales y mantiene los cimientos de la sociedad. Pero además puede también, desde la lógica del individualismo metodológico, aceptar el papel del tránsfuga/traidor como un“free-raider” (jinete libre) o gorrón que se beneficia de toda una infraestructura organizativa estatal y partidista que le permiten disminuir sus costos notablemente.
Hasta aquí, puede argumentarse entonces que el transfuguismo como fenómeno político es aceptable, y hasta benéfico porque al final de los regímenes autoritarios permite la formación de pluralismos necesarios para democracia, y es perjudicial cuando las democracias se hallan consolidadas porque en lugar de fortalecer a los partidos y la representación, los debilitan .
Este modelo teórico es sumamente útil para tratar de entender el fenómeno del transfuguismo en el PRI de México. En este sentido, más que reflexionar sobre el problema de la actualidad de la traición en la política que, en efecto, en forma sorprendente, disimulada o confesa, brutal o negociada, esta antigua y moderna amante de los políticos se muestra hoy en toda su deslumbrante desnudez, la idea del transfuguismo puede estar muy bien asociada con la noción de salida respecto a la teoría de Hirschman. Considerando que las deserciones masivas han sido permanentes y continuas desde la década de los ochenta y que ha contribuido a la alimentación de otros partidos políticos, el asunto de las “salidas” del PRI se antoja como un objeto de estudio para experimentar la aplicación del modelo Hirschmaniano. ¿Es legítimo o no el transfuguismo político en el PRI y en México?, ¿Cómo han utilizado la salida los priístas?, ¿Quienes tienen mayores posibilidades de salirse del PRI, los que poseen mayor capacidad académica y social? ¿Por qué se han salido?
En nuestro país, la conducta de varios militantes priístas de todos los niveles de abandonar o renunciar al partido político porque no les ha permitido alcanzar la candidatura que deseaban, los ha llevado a pasarse a otra organización política con la finalidad de conseguir la candidatura deseada. Ello ha permitido que en las regiones más influenciadas por el PRI se genere la alternancia. La transición a la democracia en México está caracterizándose por el transfuguismo. La aparición de este tipo de personajes, se da cuando la sociedad vive situaciones de crisis o transición y, sin duda, en nuestro país estamos viviendo un estadio de transición y cambio profundo. En México el transfuguismo es producto del agotamiento de un período de dictablanda o democradura y cultura autoritaria. En sociedades con poca tradición democrática y con escaso desarrollo institucional, es más recurrente este tipo de fenómeno. De hecho, desde hace ya algunos años, se observa una impresionante movilidad de saltos y piruetas políticas que han ido de la izquierda a la derecha y viceversa, del tricolor al amarillo, al anaranjado, al azul o al verde.
Pero, ¿este trabajo intenta ser una tesis sobre el PRI o sobre la transición política de México? Pues bien, al ser ambigua la percepción que se tiene sobre el transfuguismo según el nivel democrático del espacio que se analice, ha quedado claro que las consecuencias del transfuguismo no son iguales en regímenes que están en transición y en aquellos que ya son democracias estables. Por lo que al analizar el transfuguismo del PRI también se está estudiando la construcción de la democracia en México.
Puede reafirmarse lo anterior si se considera la evolución de los partidos políticos en el país. Woldenberg considera que el sistema de partidos nacional se fortaleció con la reforma electoral de 1977 y que en ese momento se desató el camino electoral que ha seguido la transición mexicana. Sin embargo, aunque difícilmente puede soslayarse la importancia de esta reforma política, lo cierto es que no puede decirse que fortaleció el sistema de partidos porque aquellos institutos políticos que se beneficiaron con la representación proporcional, a excepción del PAN, murieron por inanición . No sería hasta la gran crisis priísta de 1988 cuando se presentan seriamente las condiciones de una alternancia política en la presidencia gracias a la salida cardenista, cumpliéndose la profecía de Cosío Villegas: sólo una escisión del partido oficial podría vencerlo. Aunque en el 2000 los que obtuvieron la presidencia de la república no eran, en su mayoría, tránsfugas del PRI, se beneficiaron de la ruptura que hubo en la coalición dominante; iniciada y acumulada desde los ochenta. Resulta indiscutible pues que el fenómeno del transfuguismo político este fortaleciendo y haciendo evidente el pluralismo político que antaño permanecía oculto y sometido por el antiguo régimen y que, al mismo tiempo, contribuya a robustecer el sistema de partidos.
Los estudiosos del transfuguismo político señalan que este fenómeno afecta la gobernabilidad y el funcionamiento del régimen democrático y citan varios factores que incentivan esta conducta política:
la ausencia de un sistema de partidos; crisis de los partidos políticos; carencia de una ley de organizaciones políticas; ausencia de vías institucionales de comunicación e información entre los representantes y los representados; escaso desarrollo y fomento de la cultura política; poca cohesión ideológica y pragmática en las organizaciones políticas; marcado pragmatismo e interés netamente electoral; estrategias políticas preestablecidas para los tránsfugas; cambios en la oferta política antes y después de las campañas electorales; falta de tolerancia política; poca identificación con el sistema político y deficiencia en el sistema electoral y de representación .

Características todas que pueden presentarse al inicio de una democracia, cuando hace falta construir un nuevo régimen, o bien, cuando una democracia requiere renovarse . Sin embargo, es prudente matizar el fenómeno según el espacio de interés. Aunque la mayor parte de la literatura sobre transfuguismo desvirtúe su capacidad de influencia en la construcción de un régimen democrático lo cierto es que México, como la España de la Restauración o postfranquista, requiere del transfuguismo para salvaguardar su democracia. La pregunta que surge señalaría ¿hasta cuándo es óptimo este comportamiento para una democracia en ciernes?
El estudio del transfuguismo priísta requiere revalorizar a los expriístas. Los motivos y razones de sus salidas y traiciones, permitirán reconocer su voz y la realidad de sus lealtades, así como la voz y la lealtad de los partidos que los reciben. ¿Quiere esto decir que elegir el mecanismo de “salida” es apenas resolver la mitad del problema? Creo que si, faltaría escuchar los motivos, la voz de los que se fueron, para conocer sus lealtades. Como en el caso de la RDA, en México el transfuguismo podría ser el tandem salida-voz que permita socavar finalmente los resabios del autoritarismo. Para entender si en México voz y salida están actuando al mismo tiempo, se hace necesario describir brevemente las características de Partido Hegemónico que vivió el país.
1. El sistema político presentaba una estructura oligárquica, en la cual, si bien había permanentes intentos de crear nuevas fuerzas políticas, el régimen sólo reclutaba a sus gobernantes si pertenecían a la Familia Revolucionaria.
2. La única vía de acceso al poder político era mediante la pertenencia al Partido Oficial, excluyendo y elevando los costos a la oposición. El aparato estatal financiaba solamente la política del Partido Oficial mientras descalificaba y podía perseguir a la oposición.
3. El sistema electoral mixto, basaba en la representación proporcional la voz de la disidencia, aunque finalmente el poder de cooptación hizo morir por inanición a la mayor parte de la oposición que aparentemente se benefició con la LOPPE.
4. El sometimiento de las regiones a un poder centralizado o a las corporaciones debilitó el federalismo y a las identidades regionales.
5. En el caso México, la historia reciente legal impedía las candidaturas independientes .


No es de extrañar, con estas características, que la crisis del PRI profundice la salida de los priístas. Nadie desea vivir en un régimen autoritario, aunque este sea una jaula de oro. Pero quiere decir lo anterior que entonces en la esfera priísta la voz era inservible o que no había oportunidad de la voz. Aunque algunos mensajes fueron fuertes y llegaron a su destino mediante las asambleas nacionales y eventos populares de magnitud nacional que el PRI realizaba: el rechazo al presidencialismo, a la política económica (p.ej. neoliberalismo), al dedazo y a la falta de ideología; el partido oficial, a pesar de haber permitido la existencia de la voz, perdió la capacidad de autosubversión y por lo tanto de regenerarse. Es muy cierto que los métodos disciplinarios y de cooptación limitaron la capacidad de autosubversión del PRI
Sin embargo, el que el sistema del PRI era sumamente cerrado y la voz era acallada o cooptada, se confirma por la disciplina y el poder invisible-secreto que privaba en el antiguo régimen. Pero el hecho de que la voz estuviera proscrita no quiere decir que algunos no se atrevieran a utilizarla, aunque fueran reprimidos o exiliados.
En este trabajo, también cabe la pregunta acerca de si el transfuguismo priísta constituye el uso de la opción de salida a tal magnitud que pueda servir para el desarrollo de la voz. O bien, si los priístas están usando la salida y la voz como tandem que esté generando un cambio democrático. El fenómeno del transfuguismo político en México parece involucrar tanto la salida como la voz. El transfuguismo que viene fortaleciendo al sistema de partidos en México, es también una llamada al PRI y a los demás organismos políticos para institucionalizarse, so pena de pagar los costos en representación, credibilidad y legitimidad democrática.

La crisis del PRI que hoy enfrenta a sus élites en pugnas burocráticas ponen en entredicho la eficacia de sus principios ideológicos y demuestran la necesaria reforma interna, al tiempo que demuestran que partidos los partidos receptores de tránsfugas si no logran crecer en bases ciudadanas que los controlen tarde o temprano se convierten en oligarquías sin militancia, ni compromiso, ni ideología. El transfuguismo ha sido muy difícil de entender para el PRI, sólo valora a los desertores cuando les tiene que entregar el poder perteneciendo ya a otros partidos. El resto de los organismos políticos tampoco han valorado este tránsito político. El modelo de construcción democrático-oligárquica de los partidos políticos es un dilema que deben enfrentar en los contextos democráticos. El partido más institucionalizado de México, el PAN, pues mantiene niveles aceptables de cohesión ideológica y disciplina interna, enfrenta el dilema del transfuguismo en una doble dimensión, no sólo ha sido beneficiado del fenómeno sino que también ha perdido a miembros nuevos en condiciones coyunturales . El transfuguismo sin embargo, aquí ha sido muy poco. El resto de los partidos políticos si presentan problemas de organización e institucionales que los hacen vulnerables a la movilidad política. Tienen escasa cohesión ideológica, presentan pugnas grupales intrapartidistas muy fuertes y sus miembros en algunos estados han sido fácilmente cooptados por el PRI. Al provenir algunos de sus militantes del Revolucionario no se les hace difícil reciclarse.

El transfuguismo, sin embargo, está ahí. Sus consecuencias para la democracia en México son varias y difícilmente ponderables en un estudio exploratorio que solamente se refiere a una región del país. Pero, tomando el concepto de Hirschman denominado “posibilismo” , puede decirse que seguramente favorecerá la voluntad de cambio. Las conductas humanas raramente coinciden los resultados que realmente se alcanzan con los designios de la voluntad. Por eso una de las piezas básicas para el desarrollo de las ciencias sociales modernas ha sido el concepto de consecuencias no intencionadas de las acciones individuales , que se ha ido difundiendo desde la economía clásica a todas las demás disciplinas.
Finalmente, el transfugismo como fenómeno político y social también debe evaluarse en el marco de las relaciones ético—políticas, las cuales no son armoniosas, sino tensionales y conflictivas. No puede tomarse una perspectiva teórica que utilice posiciones antagónicas como el oportunismo y el moralismo, por el contrario, habrá que buscar un modelo y una praxis que combinen ambas cosas. Creo que el modelo de Hirschman lo permite.

La necesidad de concebir ideas nuevas, diferentes a las que hemos heredado de la tradición, es inherente al espíritu humano y a su forma de asimilar la experiencia del mundo: aunque todos nacemos en un ámbito de conceptos que nos son dados, tenemos una visión particular de las cosas, nos formamos una opinión o interpretación propias: nuestra conciencia es herética cuando se cuestiona cualquiera de las verdades que se dan por aceptadas, una creencia que suscita herejías da sobrada prueba de su fuerza y su vitalidad.

La lucha contra esa disidencia permite que la creencia sea más clara y precisa. La reivindicación de los derechos de las minorías es una forma de ir en contra del orden establecido, como lo han sido llamados a la revolución social en las más diversas latitudes del mundo. La disidencia política, y la represión que se ejerce contra ella, recupera muchas de las viejas prácticas de la antigua herejía y su represión. Miles de disidentes, que afectan intereses de poder, han sido víctimas de detención y torturas; también han sido llamados traidores. Traidores al mundo de significaciones dominantes y al orden establecido. Sin embargo, han hecho oír su voz y poco a poco lograron transformar la sociedad.
Las nuevas ideas siempre se han considerado una fuerza amenazante; sin embargo, la voluntad de cambio termina por imponerse. La voluntad renovadora, su afán de poner en duda las certezas impuestas y las ideas, es la mayor aportación de las herejías: mover a la duda, a la confrontación crítica, a la polémica, que es la genuina fábrica de la verdad. De esta manera la herejía ha tenido un enorme poder en la historia del espíritu humano. Esta dinámica parece ser distintiva del mundo y se encuentra en el centro de la evolución política de México.

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El Dr. Carmen Hernández fue mi compañero en el doctorado en historia y estudios regionales de la UV, por supuesto que creo en su inocencia porque un secuestrador no se pone a estudiar como él lo hacia. ¿Qué sentido tiene pasar hambres, soledad y regaños de profesores sólo para obtener el grado de doctor si podía vivir como rey siendo político o delincuente -que son sinónimos-? Carmen apenas estaba cosechando los frutos de su desempeño y no es justo que se le involucre así. Nuestra polecía es tan buena que convence a un burro de decir que es un conejo, y ni qué decir de los gobernantes; ahora el gobernador de campeche, con notable presunción de la indivisión de poderes que predomina en su estado, ya dictaminó que serán 40 años los que Carmen estará en la Cárcel. Su afirmación sólo confirma quién le está poniendo esta trampa, es decir, desde donde viene la estrategia para lastimar al Dr. Carmen. El asunto tiene tintes políticos y seguramente alguien está interesado en destruir la imagen

Perfil del Politólogo

Perfil profesional del Politólogo o Licenciado en Ciencia Política. A medida que la sociedad se hace más compleja, la pugna por el poder se torna más sofisticada, y con ello la capacidad para comprender y ubicar los fenómenos políticos en el contexto donde se desenvuelven, en el escenario donde se manifiestan y en el nivel donde se proyectan. Perfil del politólogo Actualmente la Ciencia Política presenta, al menos, cinco modos de aplicación práctica: ha ayudado a organizar el debate sobre varios modelos de reforma política, ha proporcionado críticas y análisis orientados hacia el establecimiento de medidas políticas, ha desarrollado la función que cabe a los consejeros políticos, ha contribuido en la información política y a elevar la cultura política de los ciudadanos, así como ha comenzado a participar en las predicciones políticas. El Politólogo es el profesional que estudia científicamente la política y, por ende, dónde se ubica, cómo se ejerce y de qué manera s