¿Existe una forma criolla de pensar en América Latina? Si. Para algunos es mejor denominar al continente "Nación Iberoamericana" y allí descubren su forma hispánica o, mejor dicho, hispanófila de pensar las cosas. En una plática muy interesante con la Mtra. Patricia Campos, discutíamos acerca de si el pensamiento de Manuel Gómez Morín cae en esta categoría, al final pensamos que, en efecto, es el sitio correcto para ubicar a este pensador y político -mexicano por nacimiento, español por ideales-. Creo que el pensamiento hispanista es el hegemónico en América Latina, pero no es más que criollismo lo que en verdad manifiesta. A él habría que oponer el pensamiento mestizo e indígena y, porque no, hasta negro, pues éste también se encuentra en nuestra cartografía humana.
El criollismo es una forma racista de sobrevivencia que caracteriza a las personas de piel blanca en México y otros países latinoamericanos. Hay criollos de derecha e izquierda, donde el denominador común es la admiración por una España imaginaria, resistente o tradicionalista pero muy alejada de lo que es nuestro país. El criollismo es una expresión más de nuestra colonialidad y, por lo tanto, de nuestra modernidad frustrada o desgarrada. Los blancos aún se consideran como colonizadores que recién acaban de dejar las carabelas para civilizar a los aborígenes que se crucen en su camino y utilizan, consciente o incoscientemente, todo tipo de métodos para conseguirlo: religiosos, académicos, morales, raciales y económicos. El problema es que su conquista ya no tendrá éxito, la metrópoli en que piensan tampoco los acepta a ellos, son desterrados, aventureros, exiliados o transterrados. Y, en su neurosis, sólo piensan en dominar a quien se les atraviese para cumplir con la hidalguía de su alcurnia.
El nacionalismo revolucionario del Gral. Lázaro Cárdenas fue un obstáculo gigante para la expansión de este pensamiento, ahí sí se puede encontrar una modernidad que incluye a todos, una transmodernidad que supera las limitaciones del criollismo. El problema es que dicho nacionalismo fácilmente degenera en populismo y se desvía. Sin embargo, es necesario recuperarlo para ampliar el pensamiento político de nuestro continente o por lo menos de nuestro país.
El criollismo es una forma racista de sobrevivencia que caracteriza a las personas de piel blanca en México y otros países latinoamericanos. Hay criollos de derecha e izquierda, donde el denominador común es la admiración por una España imaginaria, resistente o tradicionalista pero muy alejada de lo que es nuestro país. El criollismo es una expresión más de nuestra colonialidad y, por lo tanto, de nuestra modernidad frustrada o desgarrada. Los blancos aún se consideran como colonizadores que recién acaban de dejar las carabelas para civilizar a los aborígenes que se crucen en su camino y utilizan, consciente o incoscientemente, todo tipo de métodos para conseguirlo: religiosos, académicos, morales, raciales y económicos. El problema es que su conquista ya no tendrá éxito, la metrópoli en que piensan tampoco los acepta a ellos, son desterrados, aventureros, exiliados o transterrados. Y, en su neurosis, sólo piensan en dominar a quien se les atraviese para cumplir con la hidalguía de su alcurnia.
El nacionalismo revolucionario del Gral. Lázaro Cárdenas fue un obstáculo gigante para la expansión de este pensamiento, ahí sí se puede encontrar una modernidad que incluye a todos, una transmodernidad que supera las limitaciones del criollismo. El problema es que dicho nacionalismo fácilmente degenera en populismo y se desvía. Sin embargo, es necesario recuperarlo para ampliar el pensamiento político de nuestro continente o por lo menos de nuestro país.