¿De qué sirve poder pensar en México?, ¿Quien puede desarrollar las capacidades y habilidades que el mercado exige? Aunque parezca que estas preguntas son disonantes, en el fondo tienen la misma respuesta. Sólo los ricos, los poderosos criollos tienen derecho a pensar. Para qué, para mantener su posición hegemónica. Hace unos días descubrí que, a pesar de un esfuerzo mínimo o máximo, los estudiantes de las escuelas públicas -sobre todo los pobres, mestizos e indígenas- poco pueden hacer frente a los egresados de las escuelas privadas; generalmente blancos. El estudiante de la escuela pública sólo tiene una opción: aprender a obedecer, aprender a decir que sí, aprender a soportar los agravios de los simpáticos blanquitos que estudiaron administración, aprender la desorganización porque las cosas se hacen de un día para otro y así es el trabajo, aprender algo de computación e inglés para que el blanco se sienta moderno y benévolo con los desiguales. Los maestros mal pagados de las escue...